Esto es un poco de la historia del origen de la familia, como interviene la propiedad privada y el estado... y es que la familia burguesa que impera hasta nuestros día no ha sido así siempre, ésta ha vivido un desarrollo histórico y sucesivo.
La palabra familia proviene de famulus que a su vez procede del osco famel, que significa siervo y más remotamente, del sanscrito vama, hogar o habitación, por lo cual su significando es el conjunto de personas y esclavos que moraban con el señor de la casa. La familia es el núcleo social básico, en el que recae todo tipo de responsabilidades para que una sociedad se defina y desarrolle. De ahí su importancia y la necesidad de que exista una normatividad adecuada, que la proteja, fortalezca y garantice su permanencia e integridad. Los grupos familiares han existido en todas las culturas a lo largo de la historia del hombre, y dieron origen a diversos tipos de familias, las cuales reflejan una gran variedad de situaciones económicas, sociales, políticas, jurídicas, etc. Ello ha permitido que la familia como institución sea definida de muy diversas formas.
El conocimiento de la historia de la familia como núcleo primario, anterior y superior al estado, permite la comprensión del papel que el individuo ha desempeñado social y políticamente en las diversas etapas históricas y que continúa desempeñando contemporáneamente. Actualmente los cambios en las estructuras familiares continuan en constante cambio.
El hombre no puede estar solo, naturalmente tiene una necesidad de asociarse esto con una intención de supervivencia, y de esta asociación de dos seres humanos hombre y mujer, surge la procreación y la relación por lo menos entre padres e hijos, a esta asociación humana necesaria se le da el nombre de familia.
En una primera época el grupo familiar no se asentaba sobre relaciones únicas o exclusivas (monogamas), sino que la relación sexual existía entre todos los hombres y mujeres que integraban una tribu, por lo tanto se sabía quién era la madre del niño, más no quien era su padre; esto permite afirmar que en sus orígenes más remotos la familia tuvo un carácter matriarcal, pues como el hijo solo conoce a la madre es con ella con quien se alimenta y crece.
El concepto de familia es sociológico antes que jurídico; y la sociología concibe a la familia como una estructura social.La familia no es una agrupación inmutable, sino un conjunto de individuos que se han organizado de diferentes maneras en durante distintas épocas y lugares por lo que el concepto de familia se refiere a la forma en que sus miembros se organizan para sobrevivir, de ahí que su definición resulte cambiante en el tiempo y en el espacio, pues desde esta perspectiva la familia no es una agrupación inmutable sino un conjunto de individuos que pueden o no estar unidos por lazos sanguíneos, los cuales se han organizado de diferentes maneras durante distintas épocas y lugares por intereses de sobrevivencia: económicos, religiosos, de ayuda, culturales, etcétera.
El estudio de la historia de la familia comienza en 1861 con Bachofen en "Derecho materno", El autor formula allí las siguientes tesis:
1) Primitivamente los seres humanos vivieron en promiscuidad sexual, a la que Bachofen da, impropiamente, el nombre de heterismo.
2) Estas relaciones excluyen toda posibilidad de establecer con certeza la paternidad, por lo que la filiación sólo podía contarse por línea femenina, según el derecho materno; esto se dio entre todos los pueblos antiguos
3) Por este motivo las mujeres, como madres, como únicos progenitores conocidos de la joven generación, gozaban de un gran aprecio y respeto, que llegaba, según Bachofen, hasta el dominio femenino absoluto (ginecocracia)
4) El paso a la monogamia, en la que la mujer pertenece a un solo hombre, encerraba la transgresión de una antiquísima ley religiosa (es decir, el derecho inmemorial que los demás hombres tenían sobre aquella mujer), transgresión que debía ser castigada o cuya tolerancia se resarcía con la posesión de la mujer por otros durante determinado período.
El paso del "heterismo" a la monogamia y del derecho materno al paterno se produce, según Bachofen entre los griegos, a consecuencia del desarrollo de las concepciones religiosas.
Entonces según Bachofen no fue el desarrollo de las condiciones reales de existencia de los hombres, sino el reflejo religioso de esas condiciones en el cerebro de ellos, lo que determinó los cambios históricos en la situación social recíproca del hombre y de la mujer el fué el primero en sustituir las frases acerca de aquel ignoto estadio primitivo con promiscuidad sexual por la demostración de que en la literatura clásica griega hay muchas huellas de que entre los griegos y entre los pueblos asiáticos existió, en efecto, antes de la monogamia, un estado social en el que no solamente el hombre mantenía relaciones sexuales con varias mujeres, sino que también la mujer mantenía relaciones sexuales con varios hombres, sin faltar por ello a los hábitos establecidos.
El sucesor de Bachofen fue J. F. MacLennan, el encuentra en muchos pueblos salvajes, bárbaros y hasta civilizados de los tiempos antiguos y modernos, una forma de matrimonio en que el novio, solo o asistido por sus amigos, está obligado a arrebatar su futura esposa a sus padres, simulando un rapto por violencia. Esta usanza debe ser vestigio de una costumbre anterior, por la cual los hombres de una tribu adquirían mujeres tomándolas realmente por la fuerza en el exterior, en otras tribus. Pero ¿cómo nació ese "matrimonio por rapto"?. Mientras los hombres pudieron hallar en su propia tribu suficientes mujeres, no había ningún motivo para semejante procedimiento. Por otra parte, con frecuencia no menor encontramos en pueblos no civilizados ciertos grupos (que en 1865 aún solían identificarse con las tribus mismas) en el seno de los cuales estaba prohibido el matrimonio, viéndose obligados los hombres a buscar esposas y las mujeres esposos fuera del grupo; mientras tanto, en otros pueblos existe una costumbre en virtud de la cual los hombres de cierto grupo vienen obligados a tomar mujeres sólo en el seno de su mismo grupo. MacLennan llama "tribus" exógamas a los primeros, endógamas a los segundos.
¿De dónde proviene esa costumbre de la exogamia? A su parecer, nada tienen que ver con ella las ideas de la consanguinidad y del incesto, nacidas mucho más tarde. La causa de tal usanza pudiera ser la costumbre muy difundida entre los salvajes, de matar a las niñas enseguida que nacen. De eso resultaría un excedente de hombres en cada tribu tomada por separado, siendo la inmediata consecuencia de ello que varios hombres tendrían en común una misma mujer, es decir, la poliandría. De aquí se desprende, a su vez, que se sabía quien era la madre del niño, pero no quién era su padre.
El clan fue la primera manifestación de solidaridad humana, la forma más primitiva de unión destinada a lograr una posibilidad de defensa, que hiciera factible la supervivencia en un medio hostil. Pero a medida que los sentimientos de los individuos se afinaban, el vínculo común y general fue siendo remplazado, paulatinamente, por la solidaridad familiar que aunó a grupos más pequeños y discriminados.
Los indicios más remotos, nos muestran que en el comienzo de los comienzos la mujer desempeñaba el papel más importante en el seno familiar; su rol era fundamental, mientras que el del hombre se presentaba con carácter accidental y transitorio. La madre en algunos casos ni siquiera se preocupaba por determinar quién era el padre de su criatura, ya que ella misma seguía ligada a su padre y a sus hermanos. Los lazos fraternos eran más afectivos e intensos que los vínculos entre marido y mujer. El hombre por el contrario, continuaba viviendo con su gente y visitaba clandestinamente a su mujer.
En la civilización clásica se encuentran signos que evidencian que el hermano era más valioso que el esposo: Antígona se sacrificaba por su hermano y no por su marido, así lo relata Sófocles.
La forma más elemental de la familia estaba representada por la unión de la madre y sus hijos, que continuaban viviendo en su clan de origen. Entre el hombre y la mujer no existía un vínculo emocional, por el contrario expresaban una sexualidad de manera instintiva. Pese a que la circunstancia de ser portadora de la vida le asignaba una importancia fundamental, tan grande que, en algunas tribus de tiempos y lugares remotos la herencia se transmitía por la línea femenina.
Cuando la economía primitiva fue remplazada por otra más compleja, el hombre comenzó a apoderarse de todas las formas de trabajo remunerado, y sintiéndose dueño de la situación, se convirtió en el señor de su grupo, plantando firmemente los cimientos de la familia patriarcal. Esto trajo aparejado el perfeccionamiento de la herencia por la vía masculina y la correspondiente exigencia de fidelidad absoluta de parte de la mujer. La institución de la familia patriarcal relegó a la mujer a la sombra por muchos siglos, tanto desde el punto de vista personal como legal, y recién las legislaciones occidentales de este siglo la han colocado en un plan de relativa igualdad dentro del seno de la familia.
Las creencias patriarcales fueron conformando la identidad masculina para el ejercicio de la autoridad principal, más jerarquizada, y la identidad femenina, para un tipo de poder sin autoridad.
A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción —ganadería, agricultura, oficios manuales domésticos—, la fuerza de trabajo del hombre iba haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para su sostenimiento. También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada miembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró: los prisioneros fueron transformados en esclavos. Dadas todas las condiciones históricas de aquel entonces, la primera gran división social del trabajo, al aumentar la productividad del trabajo, y por consiguiente la riqueza, y al extender el campo de la actividad productora, tenía que traer consigo necesariamente la esclavitud.
De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran descisión de la sociedad en dos clases: señores y esclavos, explotadores y explotados. Nada sabemos hasta ahora acerca de cuándo y cómo pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de las gens a ser patrimonio de los distintos cabezas de familia; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio. Y con la aparición de los rebaños y las demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia.
La industria había sido siempre asunto del hombre; los medios necesarios para ella eran producidos por él y propiedad suya. Los rebaños constituían la nueva industria; su domesticación al principio y su cuidado después, eran obra del hombre. Por eso el ganado le pertenecía, así como las mercancías y los esclavos que obtenía a cambio de él. Todo el excedente que dejaba ahora la producción pertenecía al hombre; la mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad. El salvaje, guerrero y cazador, se había conformado con ocupar en la casa el segundo lugar, después de la mujer; el pastor, más dulce, engreído de su riqueza, se puso en primer lugar y relegó al segundo a la mujer. Y ella no podía quejarse.
La división del trabajo en la familia había sido la base para distribuir la propiedad entre el hombre y la mujer. Esta división del trabajo en la familia continuaba siendo la misma, pero ahora trastornaba por completo las relaciones domésticas existentes por la mera razón de que la división del trabajo fuera de la familia había cambiado. La misma causa que había asegurado a la mujer su anterior supremacía en la casa —su ocupación exclusiva en las labores domésticas—, aseguraba ahora la preponderancia del hombre en el hogar: el trabajo doméstico de la mujer perdía ahora su importancia comparado con el trabajo productivo del hombre; este trabajo lo era todo; aquél, un accesorio insignificante.
Esto demuestra ya que la emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado. La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante.
La supremacía efectiva del hombre en la casa había hecho caer los postreros obstáculos que se oponían a su poder absoluto. Este poder absoluto lo consolidaron y eternizaron la caída del derecho materno, la introducción del derecho paterno y el paso gradual del matrimonio sindiásmico a la monogamia.
La guerra, hecha anteriormente sólo para vengar la agresión o con el fin de extender un territorio que había llegado a ser insuficiente, se libraba ahora sin más propósito que el saqueo y se convirtió en una industria permanente. Las guerras de rapiña aumentaban el poder del jefe militar superior, como el de los jefes inferiores; la elección habitual de sus sucesores en las mismas familias, sobre todo desde que se hubo introducido el derecho paterno, paso poco a poco a ser sucesión hereditaria, tolerada al principio, reclamada después y usurpada por último; con ello se echaron los cimientos de la monarquía y de la nobleza hereditaria.
Así los organismos de la constitución gentilicia fueron rompiendo con las raíces que tenían en el pueblo, en la gens, en la fratria y en la tribu, con lo que todo el régimen gentilicio se transformó en su contrario. Esto nunca hubiera sido posible si el sórdido afán de riquezas no hubiese dividido a los miembros de la gens en ricos y pobres, «si la diferencia de bienes en el seno de una misma gens no hubiese transformado la comunidad de intereses en antagonismo entre los miembros de la gens» (Marx) y si la extensión de la esclavitud no hubiese comenzado a hacer considerar el hecho de ganarse la vida por medio del trabajo como un acto digno tan sólo de un esclavo y más deshonroso que la rapiña.
Junto a la riqueza en mercancías y en esclavos, junto a la fortuna en dinero, apareció también la riqueza territorial. El derecho de posesión sobre las parcelas del suelo, concedido primitivamente a los individuos por la gens o por la tribu, se había consolidado hasta el punto de que esas parcelas les pertenecían como bienes hereditarios. Lo que en los últimos tiempos habían reclamado ante todo era quedar libres de los derechos que tenía sobre esas parcelas la comunidad gentilicia, derechos que se habían convertido para ellos en una traba. Esa traba desapareció, pero al poco tiempo desaparecía también la nueva propiedad territorial. La propiedad plena y libre del suelo no significaba tan sólo facultad de poseerlo íntegramente, sin restricción alguna, sino que también quería decir facultad de enajenarlo.
Apenas se introdujo la propiedad privada de la tierra, se inventó la hipoteca. Así como el heterismo y la prostitución pisan los talones a la monogamia, de igual modo, a partir de este momento, la hipoteca se aferra a los faldones de la propiedad inmueble. Así, junto a la extensión del comercio, junto al dinero y la usura, junto a la propiedad territorial y la hipoteca progresaron rápidamente la concentración y la centralización de la fortuna en manos de una clase poco numerosa, lo que fue acompañado del empobrecimiento de las masas y del aumento numérico de los pobres.
El Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad; tampoco es «la realidad de la idea moral», «ni la imagen y la realidad de la razón», como afirma Hegel. Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar.
Las antiguas asociaciones gentilicias, constituidas y sostenidas por vínculos de sangre, habían llegado a ser, según lo hemos visto, insuficientes en gran parte, porque suponían la unión de los asociados con un territorio determinado, lo cual había dejado de suceder desde largo tiempo atrás. El territorio no se había movido, pero los hombres sí. Se tomó como punto de partida la división territorial, y se dejó a los ciudadanos ejercer sus derechos y sus deberes sociales donde se hubiesen establecido, independientemente de la gens y de la tribu.
MATRIMONIO POR GRUPOS
Posteriormente, estos grupos primitivos, por las guerras, la supervivencia y por inclinación natural buscaron tener relaciones sexuales con mujeres de otras tribus, pero sin existir singularidad. Esto es un hecho comprobado -no una hipótesis o deducción- que dio lugar a una forma de organización familiar que existió en muchos lugares y de la que aún se encuentran vestigios en la Polinesia, y es el llamado matrimonio por grupos. En este período de la humanidad la familia se forma a través de la unión sexual por grupos, y aparece la primera restricción a la unión totalmente libre.
En la historia de la evolución familiar se le han dado diferentes denominaciones a la familia en atención a la clase de limitación, restricción o tabú que se imponía en las tribus al comercio sexual así tenemos:
LA FAMILIA CONSANGUÍNEA.
La unión sexual por grupos configura el primer tabú o restricción al comercio sexual libre que da origen a la familia consanguínea, que es aquella en la que el grupo que se interrelacionaba sexualmente estaba compuesto por individuos de una misma generación, se caracterizaba por la prohibición sexual entre los progenitores y los hijos y se permitía la unión sexual entre hermanos. Encontramos aquí una primera manifestación de la idea del incesto y el valor negativo que éste tiene frente a la conciencia de los hombres, según lo muestra la evolución familiar posterior.
LA FAMILIA PUNALÚA.
Una segunda restricción o tabú que se estableció en las culturas primitivas en relación al sexo fue la prohibición de cohabitar entre hermanos y hermanas uterinos, esta forma familiar permitió el comercio sexual entre hombres y mujeres pero ya quedaban excluidos padres e hijos, hermanos uterinos entre sí, extendiéndose después la prohibición a toda clase de hermanos y aun entre primos y a las hermanas de los hombres, que actualmente se conocen como cuñadas.
Un modelo de esta clase de organización familiar es el matrimonio establecido entre un grupo de hermanos que comparten mujeres comunes o un grupo de hermanas con maridos compartidos. En esta clase de matrimonio el parentesco con los hijos necesariamente se establece por la línea materna pues se desconoce quién es el padre. Los hijos son comunes del grupo, aunque lógicamente se da una relación más estrecha entre la madre y el hijo propio, es un matrimonio por grupos, no se establece el vínculo de pareja.
Desde un punto de vista más antropológico, el interés por el estudio de la familia surge igualmente en los científicos sociales a finales del siglo XIX. El pensamiento de estos científicos sociales estaba dominado por las teorías evolucionistas; desde esta influencia, se plantea, como ya había desarrollado Bachofen, la teoría de la promiscuidad sexual primitiva. Para explicar el origen y evolución de la familia, se dispone de una serie evolutiva que comienza en la promiscuidad sexual con los primates, le sigue el matrimonio en grupo, la poliandria, la poligamia y finalmente, la monogamia; esto fue seguido por las instituciones matriarcales, matrilineales, y a su vez estas se transforman en la familia patriarcal
La familia nuclear es universal. Cumple cuatro funciones fundamentales: sexual, económica, reproductiva y educativa. La familia nuclear es universal, pero no es la única forma existente.
FUNCIONES DE LA FAMILIA.
La familia sea que la consideremos en sentido amplio, familia extensa, o en sentido restringido, familia nuclear, es una agrupación social y humana de carácter universal, que existe como un grupo diferenciado y sólido en toda sociedad, dentro de la cual cumple determinadas funciones sociales necesarias, las que no puede ni podrá realizar ninguna otra organización. Dichas funciones, son las siguientes:
El aprendizaje básico que toda persona lleva a cabo en su familia de origen.
El control social que a través de una clara y fuerte asignación de poder y autoridad ejerce sobre sus miembros.
El desempeño de roles familiares por el individuo a lo largo de toda su vida, siendo este recíprocamente acompañado en todo su ciclo, de vida por la familia.
El condicionamiento que estos roles familiares, que siempre acompañan al individuo, ejercen sobre su comportamiento en los demás ámbitos sociales.
FUNCIÓN REGULADORA DE LAS RELACIONES SEXUALES
La familia es la reguladora por excelencia de las relaciones sexuales, con base a esta idea la mayoría de legislaciones consagran el matrimonio como el fundamento legal de la familia, y el hecho de que existan relaciones sexuales al margen del matrimonio no le quita a la familia su función reguladora de dichas relaciones.
FUNCIÓN DE REPRODUCCIÓN DE LA ESPECIE
Procreación y familia generalmente actúan como sinónimos, pero es indudable que puede haber familia sin que exista reproducción
También es cierto que a veces se da la reproducción sin que se creen lazos familiares, por ejemplo cuando una madre soltera abandona a su hijo, la reproducción, más que función de la familia, se convierte en fuente de la misma.
FUNCIÓN ECONÓMICA DE LA FAMILIA.
Esta función presenta un doble aspecto, la familia actúa como productora de bienes y servicios y como unidad de consumo, este doble aspecto se dio mucho en el pasado, en la actualidad se da más que todo en el medio rural, en el medio urbano la familia actúa más que todo como unidad de consumo.
FUNCIÓN EDUCATIVA
Esta es quizás la función más importante por su universalidad y trascendencia social, el papel que desempeña la familia como socializadora y educadora es importantísimo, pues como bien se ha señalado, es dentro de la familia donde se moldea el carácter y donde se adquieren las normas éticas básicas.
FUNCIÓN AFECTIVA
La familia es la que de una forma natural proporciona al ser humano el afecto que es imprescindible para su equilibro mental y emocional, es decir que dentro de la gama de afecciones humanas nada puede compararse con la satisfacción que proporciona el cariño de una familia bien integrada.
Respecto a la funciones de la familia podemos decir que el ideal de toda sociedad es que la familia pueda desempeñarlas de la mejor forma posible, ya que la experiencia ha demostrado que cuando alguna función propia de la familia es trasladada a otras instituciones sociales, tal cambio no ha producido los resultados esperados lo que nos lleva a afirmar que las funciones, roles o fines de la familia dentro del contexto social son intransferibles.
Esto nos lleva a pensar que si existe una relación familiar sana y bien integrada se puede aspirar a una sociedad sana y bien avenida.