A propósito del día del hombre...
¿Qué es la Masculinidad hegemónica, de que va y como afecta a los hombres y a las mujeres?
La masculinidad hegemónica es un modelo "dominante y predeterminado de ser hombre" en una sociedad determinada.
Este concepto es, desarrollado por Raewyn Connell, el describe las características que una cultura atribuye al "verdadero hombre": fuerza, dominio, heterosexualidad, autosuficiencia y rechazo a lo considerado "femenino". Es un ideal que muy pocos hombres cumplen totalmente, pero que regula las relaciones de poder entre hombres y entre géneros.
La replica y la cultura en general de este tipo de Masculinidad afecta tanto a hombres como a mujeres; a los hombres en la salud emocional impacta generando ansiedad, depresión, aislamiento y una incapacidad para gestionar conflictos o expresar vulnerabilidad. En la salud física; esta masculinidad promueve conductas de riesgo, descuido en la atención médica, y estrés crónico debido a la presión por cumplir con las expectativas impuestas dentro de un marco normativo social y en el ámbito interpersonal limita a los hombres en la capacidad de conexión emocional y fomenta relaciones basadas en la competencia o el control.
Por su parte también crea un impacto en las mujeres; refuerza la subordinación de las mujeres en el hogar, trabajo y sociedad. Lo que se termina traduciendo en desigualdad estructural; también justifica el uso del control y la agresión contra las mujeres como parte de un sistema que preserva el poder masculino y esto se vuelve un sistema patológico que se traduce en violencia de género.
Desafortunadamente vivimos en una sociedas que culturalmente se ha encargado de arraigar los estereotipos y estos han hecho mucho daño y han ayudado a puntualizar estas problemáticas en cosas tan cotidianas como frases que repetimos desde niños: "los hombres no lloran", "aguántese como macho", "lloras como niña", "pareces vieja", entre otras muchas que perpetúan la idea de que los hombres deben ser fuertes, insensibles y dominantes. Estos mensajes se aprenden desde la infancia, reforzando roles rígidos que castigan la desviación de este modelo, afectando tanto a hombres como a mujeres. Estas frases desvalorizan lo femenino y refuerzan estereotipos, perpetuando una jerarquía que ubica a los hombres en una posición de superioridad. Además, condicionan a los niños a reprimir emociones y perpetúan dinámicas tóxicas en la adultez.
Los roles de género por su parte, van de la mano con todos estos estereotipos y son construcciones sociales moldeadas por un sistema patriarcal que distribuye poder de manera desigual. Este sistema establece expectativas rígidas para hombres y mujeres, perpetuando privilegios masculinos y limitando la libertad individual imponiendo un "deber de".
Este fenómeno no solo perpetúa la desigualdad, sino que también daña a los hombres al forzarlos a encajar en ideales inalcanzables.
El impacto en la salud emocional del hombre es alarmante; se ha detectado que los hombres enfrentan tasas más altas de suicidio, estrés y abuso de sustancias debido a la presión por reprimir emociones o no buscar ayuda psicológica, ya que expresar tristeza o vulnerabilidad es estigmatizado como "débil" o "femenino". y en la salud física no es mejor, ya que las masculinidades normativas promueven comportamientos de riesgo (como conductas imprudentes, violencia y abuso de alcohol). Además, la idea de autosuficiencia hace que muchos hombres eviten chequeos médicos o tratamientos oportunos.
La violencia es una herramienta que algunos hombres utilizan para mantener su posición de poder, tanto en relaciones personales como en la sociedad. Esto puede incluir violencia física, emocional, económica y simbólica, todas legitimadas por una cultura que asocia la fuerza con la masculinidad. Pero este es un precio a pagar, ya que la cultura de genero favorece y da ciertos privilegios a algunas masculinidades que de alguna mejor y en mayor manera preserven y continúen dicho legado, y estos privilegios se traducen en:
- Mayor autoridad y respeto en espacios laborales y sociales.
- Menor escrutinio sobre su comportamiento emocional y sexual.
- Mayor libertad para decidir sobre su vida personal sin cuestionamientos sociales.
- Acceso a posiciones de poder político, económico y cultural.
¿EL HUEVO O LA GALLINA?
Surge de manera necesaria la pregunta; ¿es el machismo lo que alimenta la masculinidad hegemónica, o es la masculinidad hegemónica lo que fomenta el machismo?
Y la respuesta es que este es un ciclo retroalimentado, ya que la masculinidad hegemónica fomenta el machismo al establecer que ser hombre implica dominio y control; y el machismo refuerza la masculinidad hegemónica al normalizar comportamientos abusivos y perpetuar roles tradicionales que benefician a los hombres.
De la masculinidad hegemónica se desprenden o ramifican otros tipos de masculinidades como lo son:
La masculinidad subordinada, esta representa a hombres que no cumplen con los estándares de la masculinidad hegemónica, como hombres homosexuales, hombres con discapacidades, adultos mayores o aquellos percibidos como "débiles" y que no encajen en la norma hegemónica. Estos hombres suelen ser discriminados o marginados dentro de la jerarquía masculina.
Otra es la masculinidad cómplice y aquí se incluyen a hombres que no encarnan completamente la hegemonía, pero la apoyan y se benefician de sus privilegios. por ejemplo, hombres que se visten de "aliados" con otras mujeres o no violentan de manera directa pero se benefician de la división desigual del trabajo doméstico, de mayores oportunidades laborales, se unen a las burlas o comentarios que al final solo terminan replicando esta estructura hegemónica.
Y la masculinidad marginada, esta corresponde a hombres excluidos del acceso a privilegios hegemónicos debido a factores como la clase, raza o etnia y aunque puedan intentar encarnar la hegemonía, enfrentan barreras estructurales que los posicionan fuera del poder central y siempre lo van a regresar a condiciones que no permitan beneficiarse de los privilegios y lo terminan convirtiendo en una minoría, lo que lo traduce a frustración, acomplejamiento, daño en su autoestima y falta de oportunidades.
Vivimos una época en la que estamos encontrando que la Masculinidad Hegemónica es INSOSTENIBLE ya que es rígida y no se adapta a los cambios sociales y culturales que demandan igualdad y diversidad, además genera un daño emocional y físico en los hombres como en su entorno y por si fuera poco el perpetuar la violencia y la desigualdad, provoca conflictos interpersonales y sociales.
Derivado de esto y al hacerse notoria la insostenibilidad se abren camino a NUEVAS MASCULINIDADES, estas son alternativas que no encasillan y permiten romper el "deber de" y dar paso a un "querer o poder ser", estas buscan romper con el modelo hegemónico, promover la empatía, la equidad de género y la expresión emocional y reconocer que hay múltiples formas de ser hombre, todas igualmente válidas.
Asumir estas nuevas masculinidades no resulta sencillo en un entorno donde constantemente se bombardea con estas ideas y se fomentan y "premian" estos comportamientos; para poder llevarlas a cabo se requiere de un autoanálisis donde se vuelve importante reflexionar sobre los comportamientos efectuados y desaprender ciertas creencias que han sido impuestas sin un cuestionamiento previo, aprender sobre igualdad de género, la validación e importancia de cada género y la diferencia que existe entre sexo y género, desaprender roles y estereotipos que únicamente limitan a todos, aprender a empatizar y ponerla en práctica ya que se vuelve necesario valorar las experiencias de mujeres y otros hombres.
A esto hay que aunar el cambiar conductas, rechazar el machismo y esto no es una tarea tan sencilla ya que se estarían poniendo de blanco de ataque de otros hombres heteronormados pero es importante actuar desde una posición de respeto e igualdad, con el fin de ser un modelo positivo para otros hombres, mostrando que se puede vivir la masculinidad de manera más libre y saludable.
Estas acciones no solo mejoran las relaciones humanas, sino que también promueven un bienestar integral.